Con goles del paraguayo Rojas, Funes Mori y una joyita de colección de Villalva, River goleó 3-1 en el primer superclásico del verano y se llevó la Copa Desafío. El final fue una fiesta roja y blanca a puro toque. El gol de Palermo, de cabeza, no alcanzó para salvar a Boca, que recibió diez goles en tres partidos y se hunde en su crisis.
El final fue todo de River. Una fiesta roja y blanca, con el golazo de Villalva, con toques y olés, patadas de Rosada para intentar parar a los pibitos, con Almeyda probando al arco desde lejos para tratar de anotar su nombre entre los goleadores de una noche mágica y hasta con la expulsión de Gaitán por devolverle a la tribuna una botella que le habían tirado. A Boca le crecieron los enanos, más enanos todavía que los que ya tuvo con las lesiones de Riquelme el año pasado y de Battaglia en éste, y estos enanos que le crecieron de golpe y pusieron al Coco Basile otra vez al borde del abismo tienen nombre y apellido: Rodrigo Rojas, Gabriel Funes Mori y Daniel Villalva. Ellos tres, los que le pusieron los goles y la firma al triunfo, desataron una fiesta de verano de un lado y una tormenta del otro que, tal vez, no sea sólo de verano...
A este Boca con problemas viejos, que sacó un punto de nueve, que suma diez goles en tres partidos, que tiene huecos y desacoples por donde se mire, que camina la cancha con una indolencia que asombra, no le alcanza con un ratito de Riquelme y un goleador inmortal como Palermo. Por la vergüenza de ellos, asistidor y goleador para poner el 1-1, Boca se mantuvo a tiro. Pero River ya había exhibido más vuelo y más fútbol en la primera parte. Si no estaba arriba, era porque el Pato Abbondanzieri se había recompuesto, tras el error grosero en el gol de Rojas, y le ahogó el gol a un Villalva que había armado una jugada magistral, a un toque, para romper y meterse como pancho por su casa entre los defensores.
Durante el primer tiempo, a pesar de todos los peros que se pueden poner en estos partidos de pretemporada, los dos se las ingenieran para construir un partido que justificada dejar la playa un rato antes de lo cotidiano. Entre las llegadas de River, que tuvo mejor volumen de juego a pesar de que le faltó final en el área, y las apariciones fugaces de Riquelme y Palermo por el lado de Boca, así, se empezó a armar la nochecita. Y los goles le dieron el condimento justo. Primero, con generosa colaboración de Abbondanzieri, que se le escurrió por abajo un tiro atajable, facturó el paraguayo Rodrigo Rojas, que está dando la talla después de tanto refuerzo falopa. Y, en ese desconcierto que era el fondo de Boca, el equipo de Astrada hasta pudo haber aumentado la diferencia tras una gran jugada de Villalva (tocó de revés del pie, fue a buscar la devolución y el Pato atoró justo) y con una media vuelta de Funes Mori que cerró justo un defensor, en el área chica.
Pero el Loco Palermo le dio vida a Boca, una chance de resurrección, una esperanza. Contra San Lorenzo puso la cabeza para evitar la derrota, en el último minuto, y esta vez otra vez saltó hasta el cielo para clavar el empate y enderezar la noche. Gran mérito en la asistencia de Riquelme, que le pegó abajo, picadito, bombeada, al segundo palo, para buscar la cabeza del goleador. Y genial rúbrica del 9. Pero es demasiado poco para u nBoca que se equivoca atrás, que tuvo una noche fatal del Pato, quien dio un rebote para que Funes Mori (estaba en off side) pusiera el 2-1 y fue la suma de todos los errores de Boca. Y el domingo hay otro round...
El final fue todo de River. Una fiesta roja y blanca, con el golazo de Villalva, con toques y olés, patadas de Rosada para intentar parar a los pibitos, con Almeyda probando al arco desde lejos para tratar de anotar su nombre entre los goleadores de una noche mágica y hasta con la expulsión de Gaitán por devolverle a la tribuna una botella que le habían tirado. A Boca le crecieron los enanos, más enanos todavía que los que ya tuvo con las lesiones de Riquelme el año pasado y de Battaglia en éste, y estos enanos que le crecieron de golpe y pusieron al Coco Basile otra vez al borde del abismo tienen nombre y apellido: Rodrigo Rojas, Gabriel Funes Mori y Daniel Villalva. Ellos tres, los que le pusieron los goles y la firma al triunfo, desataron una fiesta de verano de un lado y una tormenta del otro que, tal vez, no sea sólo de verano...
A este Boca con problemas viejos, que sacó un punto de nueve, que suma diez goles en tres partidos, que tiene huecos y desacoples por donde se mire, que camina la cancha con una indolencia que asombra, no le alcanza con un ratito de Riquelme y un goleador inmortal como Palermo. Por la vergüenza de ellos, asistidor y goleador para poner el 1-1, Boca se mantuvo a tiro. Pero River ya había exhibido más vuelo y más fútbol en la primera parte. Si no estaba arriba, era porque el Pato Abbondanzieri se había recompuesto, tras el error grosero en el gol de Rojas, y le ahogó el gol a un Villalva que había armado una jugada magistral, a un toque, para romper y meterse como pancho por su casa entre los defensores.
Durante el primer tiempo, a pesar de todos los peros que se pueden poner en estos partidos de pretemporada, los dos se las ingenieran para construir un partido que justificada dejar la playa un rato antes de lo cotidiano. Entre las llegadas de River, que tuvo mejor volumen de juego a pesar de que le faltó final en el área, y las apariciones fugaces de Riquelme y Palermo por el lado de Boca, así, se empezó a armar la nochecita. Y los goles le dieron el condimento justo. Primero, con generosa colaboración de Abbondanzieri, que se le escurrió por abajo un tiro atajable, facturó el paraguayo Rodrigo Rojas, que está dando la talla después de tanto refuerzo falopa. Y, en ese desconcierto que era el fondo de Boca, el equipo de Astrada hasta pudo haber aumentado la diferencia tras una gran jugada de Villalva (tocó de revés del pie, fue a buscar la devolución y el Pato atoró justo) y con una media vuelta de Funes Mori que cerró justo un defensor, en el área chica.
Pero el Loco Palermo le dio vida a Boca, una chance de resurrección, una esperanza. Contra San Lorenzo puso la cabeza para evitar la derrota, en el último minuto, y esta vez otra vez saltó hasta el cielo para clavar el empate y enderezar la noche. Gran mérito en la asistencia de Riquelme, que le pegó abajo, picadito, bombeada, al segundo palo, para buscar la cabeza del goleador. Y genial rúbrica del 9. Pero es demasiado poco para u nBoca que se equivoca atrás, que tuvo una noche fatal del Pato, quien dio un rebote para que Funes Mori (estaba en off side) pusiera el 2-1 y fue la suma de todos los errores de Boca. Y el domingo hay otro round...
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