China hizo crecer a los muchachos especiales
El grupo fue solidario, disciplinado y lleno de alegría
Con los logros de estos gigantes de las olimpiadas especiales quedamos debiendoles en nuestro blogs pero aqui reproducimos una nota elaborada por el periodista Franklin Arroyo González del diario Al Dia farroyo@aldia.co.cr que nos parecio muy interesante pro el contenido que mesutra de como es que estos chicos se hicieron grandes en China.
A Andrés Jiménez le dieron la última medalla de oro en la natación de las Olimpiadas Especiales en China y contrario a su costumbre, expresó su emoción con llanto, junto a compañeros y padres.
Natalia Paniagua aprendió que “sí se puede”, con disciplina y esfuerzo y su particular forma de correr, “con marchas de carro”.
Joel Jiménez dejó de ser el niño introvertido y se convirtió en el centro de atención con sus “salidas” y sus imitaciones a otros miembros de la delegación.
Las Olimpiadas Especiales en China dejaron en evidencia la madurez de algunos, el temple de otros, la solidaridad del grupo y que están hechos de acero.
Rigoberto Alfaro por ejemplo, “explotó como nadador”, según su técnico Heriberto Céspedes.
La solidaridad afloró con el apoyo. Nunca los ticos dejaron sola a una delegación o competidor. Todos dejaban el alma en cada grito, en cada aplauso.
En Shanghai, los ticos no solo dejaron huella por su labor deportiva, también serán recordados por su forma de ser.
Rompieron con el hermetismo de los guías chinos, tan puntuales que sudaban cuando los ticos se atrasaban en su itinerario, algo tan normal acá como el “gallopinto” y terminaron cediendo ante ese informalismo.
“Eso nos ayudó mucho, al menos en natación, porque nosotros tuvimos que adoptar un poco de su rigidez y ellos se abrieron un poco a su esquema rígido”, expresó Fabián Víquez, otro entrenador de natación.
Bolsas mágicas
Ayudó la psicología de los entrenadores, que organizaron diferentes actividades para conocer mejor los temores de los chicos.
“En las noches, hacíamos la ceremonia de medallas. Cada uno se ponía una bolsa en la cabeza y expresaba su deseo. Así nos dimos cuenta que Jonathan Jiménez quería ganar medalla, pero le daba miedo nadar tan profundo”, expresó Víquez.
No solo superaron eso. Sino las barreras del idioma, el cambio de horario, las comidas.
“Duré como dos días para adaptarme al cambio de hora. Estábamos dormidos cuando teníamos que estar despiertos. Ya de vuelta, aún hoy (jueves, 5 p.m.) estoy con sueño”, expresó el futbolista Andrey Granados.
Otros aún no despiertan del sueño de ser triunfadores en unas Olimpiadas.
La que corre a pura marcha
Natalia Paniagua, de Tapezco de Zarcero, se caracteriza por la disciplina y por correr a pura marcha, como si fuera un auto.A Andrés Jiménez le dieron la última medalla de oro en la natación de las Olimpiadas Especiales en China y contrario a su costumbre, expresó su emoción con llanto, junto a compañeros y padres.
Natalia Paniagua aprendió que “sí se puede”, con disciplina y esfuerzo y su particular forma de correr, “con marchas de carro”.
Joel Jiménez dejó de ser el niño introvertido y se convirtió en el centro de atención con sus “salidas” y sus imitaciones a otros miembros de la delegación.
Las Olimpiadas Especiales en China dejaron en evidencia la madurez de algunos, el temple de otros, la solidaridad del grupo y que están hechos de acero.
Rigoberto Alfaro por ejemplo, “explotó como nadador”, según su técnico Heriberto Céspedes.
La solidaridad afloró con el apoyo. Nunca los ticos dejaron sola a una delegación o competidor. Todos dejaban el alma en cada grito, en cada aplauso.
En Shanghai, los ticos no solo dejaron huella por su labor deportiva, también serán recordados por su forma de ser.
Rompieron con el hermetismo de los guías chinos, tan puntuales que sudaban cuando los ticos se atrasaban en su itinerario, algo tan normal acá como el “gallopinto” y terminaron cediendo ante ese informalismo.
“Eso nos ayudó mucho, al menos en natación, porque nosotros tuvimos que adoptar un poco de su rigidez y ellos se abrieron un poco a su esquema rígido”, expresó Fabián Víquez, otro entrenador de natación.
Bolsas mágicas
Ayudó la psicología de los entrenadores, que organizaron diferentes actividades para conocer mejor los temores de los chicos.
“En las noches, hacíamos la ceremonia de medallas. Cada uno se ponía una bolsa en la cabeza y expresaba su deseo. Así nos dimos cuenta que Jonathan Jiménez quería ganar medalla, pero le daba miedo nadar tan profundo”, expresó Víquez.
No solo superaron eso. Sino las barreras del idioma, el cambio de horario, las comidas.
“Duré como dos días para adaptarme al cambio de hora. Estábamos dormidos cuando teníamos que estar despiertos. Ya de vuelta, aún hoy (jueves, 5 p.m.) estoy con sueño”, expresó el futbolista Andrey Granados.
Otros aún no despiertan del sueño de ser triunfadores en unas Olimpiadas.
La que corre a pura marcha
“Nos llamó la atención por eso. Se le dan instrucciones, y pregunta si debe ir en marcha suave, y luego cambiar a una marcha más fuerte y cuando está a cien metros dice que le da con todo. Así planifica las carreras, pero es extremadamente disciplinada”, expresó su entrenadora Sandra Alvarado.
La madre, María Miranda, dijo que escuchó lo de las marchas con el grupo, pero en realidad, no sabe a que se debe. Su padre es chofer en una empresa y eso podría incidir, aunque Miranda lo desconoce por completo.
“Nosotros lo que le dijimos era que corriera fuerte y que cuando escuchara la pistola de salida, le diera con todo”.
Natalia pasaba diciendo durante todo el viaje que “sí se podía” y al conseguir la medalla de oro, fue lo primero que expresó. “Al verme dijo, ‘vio profesora sí se pudo. Esta medalla me la llevo para Tapezco’. Fue una alegría muy grande”, dijo Alvarado.
Natalia está en la escuela Arnulfo Arias y según su madre ha contado muy poco sobre su gran experiencia en China, pero está orgullosa.
“El viaje fue muy largo y debe estar cansada todavía”.
El oro que estuvo en la mano
Costa Rica ganó la medalla de plata en el fútbol 5 masculino de las Olimpiadas Especiales, pero bien pudo conseguir el oro.
Los nacionales llegaron con un récord impresionante al partido final, sin recibir goles en contra en ningún partido y con 28 anotaciones.
Derrotaron a cuanto rival se les puso por delante, incluido el campeón Brasil. Los marcadores fueron: contra Canadá 6-0, Barbados 2-0, Irán 8-0, Brasil 2-0 y contra Venezuela ganaron 10-0.
“En la final, se cayeron mentalmente. No se podían creer la utopía de volver a derrotar a Brasil y perdieron 2 a 0”, dijo la entrenadora del equipo Andrea Alvarado.
Andrey Granados, subgoleador del torneo, expresó que ellos manejaron el partido, pero no tuvieron suerte.
“Yo pegué como tres bolas en los postes y mi compañero José Antonio Hernández como cuatro. Ellos llegaron poco, pero metieron los goles”.
Ambos muchachos son de Heredia y viven una situación económica difícil, pero le han puesto el pecho a todas las dificultades.
Joel: con suerte, con ángel
La tómbola y el destino hicieron posible que Joel Jiménez, el menos experimentado de los nadadores, fuera a las Olimpiadas.
Como el cupo es limitado, la organización sorteó los lugares entre los ganadores de oro de los Juegos Nacionales. Cada atleta tenía derecho a un número por cada medalla. Joel solo tenía una.
Sin embargo, salió en la rifa y viajó a China.
“El no comprendía la seriedad del asunto, le decíamos que los jueces no se iban a andar con paños tibios, que lo podían descalificar, pero no captaba. Sin embargo, cuando estuvo en la competencia cambió”, dijo su entrenador Fabián Víquez.
“El asumió su responsabilidad en el momento justo, ganó la medalla de plata en el relevo 4 x 25 libre”.
“Lo conocimos muy calladillo, pero luego se volvió extrovertido. Era un vacilón, tiene problemas de lenguaje y se trataba de comunicar en chino. Imagínese, le pusieron Tutú, porque solo eso podía decir”, prosiguió Víquez.
El gran desempeño que tuvo Jiménez hace pensar a sus entrenadores que es uno de los mejores prospectos del futuro. “Es muy observador, por eso se convirtió en un imitador. El primero fui yo, luego un compañero con dificultad para caminar, fue un vacilón”.
Lágrimas de triunfo y éxito
Si algo caracteriza a Andrés Jiménez es su poca expresión de sentimientos.
Pero Andrés, con síndrome de down, no se contuvo al ganar el oro, el último que fue entregado en la natación, dada en un parqueo, cuando todos se habían ido.
“Ellos pueden mejorar un 15 por ciento en relación con el tiempo de inscripción, para evitar fraudes”, dijo Fabián Víquez, su técnico.
“Como no había entrenado los 1.500 metros, lo inscribimos con un minuto más de su tiempo, que es de 49 minutos. O sea, con 50”.
“Pero el interiorizó la agresividad que tenían sus compañeros por medallas y en la prueba hizo 42. Una gran mejoría. Apelamos y nos dieron la razón. Ya nos íbamos y llegaron corriendo a darle la medalla”.
Reacciones
Me puse a llorar al verla. Eran 20 días y es mi única hija. Me enseñó la medalla, me dijo... sí pude”.
María Miranda, Madre de Natalia Paniagua.
“Wilberth Duarte iba quinto en 200 libres y cerro bien en los últimos 30 metros, se lesionó del esfuerzo. Ganó plata”.
Sandra Alvarado, Entrenadora.
María Miranda, Madre de Natalia Paniagua.
“Wilberth Duarte iba quinto en 200 libres y cerro bien en los últimos 30 metros, se lesionó del esfuerzo. Ganó plata”.
Sandra Alvarado, Entrenadora.
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